lunes, 6 de mayo de 2019

Entendiendo la falibilidad humana

Hoy toca un artículo de bolsa de esos que me gustan tanto, con vídeo en mi canal de Youtube, yoespeculador, incluido.

Como sabéis ya de mis anteriores vídeos, mi forma de pensar y proceder en la especulación bursátil está muy alejada de esos métodos que proponen los gurús del trading, que se resumen en:

1) utilizar análisis técnico para encontrar un punto de entrada y uno de salida con un ratio riesgo beneficio adecuado, en base principalemente a soportes y resistencias o patrones chartistas o de velas japonesas;

2) usar stop loss con pérdida máxima de 2% de nuestro capital para proteger la inversión en caso que nos hayamos equivocado al predecir qué movimiento hará el precio.

Ya expliqué en un vídeo por qué yo estaba en contra de utilizar el stop loss, básicamente porque soy un creyente ferviente de la Teoría del Paseo Aleatorio y por qué considero que la volatilidad del mercado es suficientemente criminal para barrer el stop loss de cualquiera incluso cuando éste tenía razón en su predicción del movimiento del precio.

Seguramente, si habéis leído hasta aquí, os preguntaréis: ¿por qué no haces caso a los gurús, que supuestamente viven del trading? Mi respuesta es sencilla:

1) los gurús viven de sus cursos y libros, no de la especulación bursátil;

2) si sus procedimientos funcionarán entonces no habría ningún tipo de ventaja al aplicarlos ya que todo el mundo lo haría con lo que la nueva información se descontaría tan rápido en el precio que cualquier ventaja predictiva posible desaparecería inmediantamente. A esto se le llama Teoría de la Eficiencia de los Mercados.

3) si sus procedimientos funcionaran todo to mundo que los aplicara sería rico, y no es así. Los gurús dicen que esto es a causa de la psicología del trader, pero yo creo que es causa de que el procedimiento descrito anteriormente, sencillamente, no funciona, y hay interminables estudios que lo demuestran.

Entonces, si no nos podemos basar en un proceder puramente técnico, ¿en qué podemos basarnos?

Mi visión es que nuestra mejor oportunidad de aprovechar los movimientos del precio es planificar una entrada. Sería algo equivalente a la estrategia Martingala del mundo de las apuestas. Pero la forma de enfocarla no sería: he puesto todos los huevos en el mismo cesto, el precio ha bajado, voy a endeudarme para promediar a la baja.

No.

Así no se hace.

La gracia de planificar una entrada es aceptar que nadie tiene la bola de cristal. Aceptar la falibilidad humana y entender que, aunque tú crees que el movimiento vaya a ser al alza, este puede perfectamente ser a la baja. O viceversa, si lo que vas a hacer es posicionarte corto. Planificar de antemano esta contingencia es la clave para proteger adecuadamente tu capital. A esto yo le llamo diversificación temporal y, curiosamente, es algo de lo cual los gurús técnicos no hablan. Es decir, creo que aplicar el stop loss y salir con pérdidas de una posición es la peor acción que se puede hacer, ya que esto va erosionando nuestra cuenta de forma lenta pero segura.

Si quieres diluir mejor el riesgo, mi propuesta es aplicar una diversificación temporal, ya explicada anteriormente, mediante la cual creamos nuestra posición en base a cuatro, cinco, o más entradas, para conseguir un atractivo precio de entrada. Y, además, aplicaría también una adecuada diversificación estructural de la cartera. Esto significa estructurar la cartera de forma que:

1) ninguna posición tenga más de un 10% de tu capital;

2) no concentrar nuestras posiciones en un mismo sector;

3) no concentrar más del 40% de la cartera en empresas especulativas (sin beneficios o con un PER muy alto).

Deberíamos vender acciones cuando se detecta una sobrecompra de las acciones, y recomprarlas más tarda cuando estas hayan bajado.

Esta es la única manera que hay de hacer dinero en bolsa: comprar cuando todos venden. Vender cuando todos compran.

Piénsalo. Tienes que anticiparte. Si esperas a que el gráfico refleje una rotura de la resistencia, que es lo que recomiendan los gurús técnicos, los hedge funds ya han entrado, y a quien van a vender con beneficio es a los gorriones que compran porque ha habido una rotura de la resistencia. Tienes que intentar evitar comprar en lo más alto, antes de la bajada.

Desde mi punto de vista, la mejor forma de aprovechar la naturaleza zigzagueante de la acción del precio, es acumular acciones cuando el precio baja, es decir, cuando el sentimiento general de estas acciones es pesimismo. Y entramos progresivamente (a modo de Martingala), acumulando posiciones mientras los gorriones venden presa del pánico. Lo siguiente es tener la paciencia: si crees cre vas a pillar un valle o un pico y obtener el máximo beneficio, tú sueñas.

Acumula, y luego cuando se haya producido el beneficio, take profit de golpe. Y luego vuelves a acumular piramidalmente.

Esta forma de operar es simple, mucho más que cualquiera que contemple el famosos análisis técnico. Y es muchísimo más efectiva.

No soy contrario a uilizar el análisis técnico para orientarnos y saber dónde esta el precio y qué zonas puede tocar, pero debe ser un ejercicio de puro análisis probabilístico, nunca algo sobre lo cual basar que un punto de entrada es bueno. Podemos pensar que es bueno gracias al análisis técnico, pero entonces piramidamos y diversificamos adecuadamente.

No subestiméis nunca la falibilidad humana. Sed humildes y prudentes en vuestra especulación bursátil, y vuestro bolsillo os lo agradecerá.

Cuando tenga tiempo, subiré un vídeo al canal para explicaros este contenido.

domingo, 28 de abril de 2019

Sentir con el corazón, analizar con la intuición y actuar con la razón

Desde mi futon en una casa tradicional japonesa en Takayama, escribo una nueva reflexión de éstas que me va dando vueltas por la cabeza. Ésta se aplica a la interacción con las personas, sobretodo aquellas que estuvieron y ya no están, aquellas que no te fueron leales.

Tonto de mí, no han sido pocas las veces que he dado un enésimo voto de confianza a alguien que ya sabía de antemano que me iba a fallar o decepcionar de alguna manera. ¿Por qué dar un voto de confianza a alguien que no lo merece? Pues aquí es donde entra el código del buen samaritano que aplica los valores cristianos del poner la otra mejilla o bien los de buen ciudadano de pueblo para actuar bien de cara a la galería y salvaguardar las apariencias por aquello del qué dirán. Esto me pasaba más de joven, supongo que ha influido ir a un colegio religioso. Ahora soy más de Nietzche.

Sentir con el corazón. Es inevitable para las personas con un mínimo de empatía sucumbir a estos errores de actuar guiado por las emociones. Sientes culpabilidad al cortar el contacto con aquella persona allegada que te hirió, sientes pena cuando recuerdas buenos momentos con personas con las que te ha distanciado. Y aquí es donde el corazón te puede llevar a hacer las acciones equivocadas. ¿Retomo el contacto con esta persona? ¿Pongo más de mi parte? ¿Me expongo aun más? Quien actúa guiado por el corazón lo tiene claro, y se expone una vez más a ser herido, a ser humillado o despreciado. Todo por la nostalgia de los viejos tiempos o porque se supone que las personas tenemos que hacer siempre lo correcto acorde con los valores de nuestra sociedad cristiana.

Y de todo esto que me ha atormentado tantos años, ya ahora cabalgando a mis 35, he decidido decir: "¡A la mierda!". Enterremos al buen samaritano y tomemos consciencia de que solo se vive una vez, y vivamos acorde con los principios del autorespeto. Dejemos de someternos al yugo de la tradición, de lo moralmente aceptable.

En lugar se actuar con el corazón, analicemos con las tripas primero. Las tripas saben mucho. Nuestro subconsciente es una máquina mucho más potente de registrar emociones en infinitas situaciones ya vividas y es la llave para simular escenarios y predecir resultados, aunque no sepamos explicar cómo llegamos a esas conclusiones, fiémonos de nuestra intuición.

Y por último, la parte más difícil, pues aun cuando nuestra intuición nos diga que al coger esta rosa las espinas de su tallo nos harán sangrar, el buen corazón puede anular las voces de alerta y sobreponerse al peligro en un acto de temerosidad absurda, para hacer lo correcto a sabiendas que nos exponemos a ser heridos, o peor.

Esta es la parte más difícil y es donde entra la razón. Antes de tomar acción haciendo caso de tu corazón, analiza con tu intuición todos los posibles escenarios y, una vez lo tengas, una vez te lo digan las tripas, pregúntale al cerebro:

1) ¿Qué beneficio saco yo (o puedo sacar) haciendo esta acción? Nótese que el YO aquí es muy importante. No el beneficio que puede sacar un tercero (error del buen samaritano). ¿En qué nos beneficia a nosotros?

2) ¿A qué riesgo me expongo haciendo esta acción? Y es aquí donde hay que medir muy bien hasta dónde pueden llegar las malas consecuencias de tu buena acción.

Un comentario importante, este YO puede incluir a las personas que queramos. Por ejemplo, un padre o una madre normal, incluirá a sus hijos en este YO. Es normal incluir a tu pareja o un buen amigo. Pero aquí no incurrimos en el error del buen samaritano, ya que protegiendo a nuestros allegados nos protegemos también a nosotros mismos.

El error del buen samaritano se comete al anteponer las necesidades de otras personas que no son clave en tu vida frente a las necesidades de las personas que sí son clave, o las tuyas propias.
En este caso es cuando recomiendo ser más frío y proteger tus intereses, pues es lo que prácticamente hace todo el mundo.

Durante muchos años, cuando era más joven, fui un buen samaritano. Mis conclusiones son, en base a la experiencia:

1) nadie te lo agradece;

2) sales peor parado de lo que te toca;

3) encima lo viste venir;

4) por lo tanto eres un ingenuo, y seguramente un  ingenuo joven, pues no hay ingenuos que ya sumen unas cuantas décadas de vida.

Es muy importante también que en ningún momento digo que no sea correcto hacer una buena acción. La solidaridad, la empatía, ayudar a quien lo necesita... Es clave para desarrollarte como persona y tener una buena vida. Los mejores momentos son esos.

Ahora bien, no te expongas a salir escaldado por alguien que no lo merece, solo para cumplir el código del buen samaritano. A la mierda el código. El código solo te hace daño. Se trata de sobrevivir, tú y los tuyos. Y para sobrevivir hay que tomar las decisiones correctas, aunque las mismas sean duras. Esa capacidad de actuar con más frialdad es la que diferencia al fuerte del débil. Al que se deja arrastrar por sus propias emociones o las necesidades de los demás, del que decide imponerse y hacerse dueño de su propio destino.

Yo quiero tener el control. Yo quiero ser el dueño de mi destino.

Y por lo tanto tengo que ser racional. Tengo que ser objetivo. Tengo que decidir cuando es necesario. Aunque a veces duela, por que aunque actúes con la razón, siempre se siente con el corazón. Es la fortaleza soportar el dolor y actuar por tu propio bien y el de los tuyos.

sábado, 27 de abril de 2019

Reflexiones de un ciudadano del mundo

Escribo esta entrada sentado en el vagón de un tren en Kyoto, de vuelta a mi hotel. Estoy pasando unos días espléndidos con mi pareja en este viaje. Hemos estado alojados en una pequeña isla de Okinawa, Zamami, donde pudimos bañarnos en unas aguas que tienen un color único en el mundo -el Kerama Blue-, buceamos con tortugas marinas en libertad y entre arrecifes de coral magníficos. También hemos estado en Miyajima, un lugar místico lleno de templos entre los bosques, Osaka, Kyoto y nos quedan por recorrer Takayama y Tokyo.

En viajes tan largos uno tiene tiempo de pensar, y compartí con mi pareja una reflexión que me vino de forma muy espontánea, sobretodo cuando rememoré nuestros viajes juntos: Grecia, Tailandia, Munich, Hallstatt, Turín... Y le dije: "Estamos viviendo los mejores años de nuestra vida".

No pretendía ser dramático con esta frase, pero la verdad es que me sobrevino como una pura verdad. A lo largo de mi vida he vivido muchas etapas, y algunas bastante tristes. Quizás este pensamiento que me asaltó es la perfecta definición de felicidad: valoremos lo que hay ahora, por que la vida no siempre te viene así de bien, no siempre ha sido así y lo mejor, tristemente, es algo finito.

Los viajes siempre son oportunidades de conocer nuevas culturas, otras gentes y su forma de vivir y de pensar. Antes de visitar un país asiático pensaba que la gente iba a ser muy distinta, pero qué va. Tenemos mucho en común con las personas de otras culturas, son mucho mayores las similitudes que las diferencias. Y hay un lenguaje universal que todo el mundo entiende: el de la buena voluntad, el del corazón. ¡Qué fácil es pedir una foto o sonreírte, tener un momento de cruce de miradas y entendiminto, con una persona que no habla ningún idioma en común contigo!

Ahora en mi país hay elecciones generales. Es un momento crucial pues la inestabilidad política ha sido una constante desde la crisis económica de 2008 que pilló en bragas al gobierno de Zapatero y dio el relevo al Partido Popular, la derecha rancia y conservadora con mucha fuerza en España. Hasta que la moción de censura del PSOE y Podemos se hizo efectiva, el gobierno de Mariano Rajoy aprovechó para meter el hachazo todo lo que pudo, con una reforma laboral que abarató un 40% el despido a las empresas, con atentados a la libertad de expresión como la Ley Mordaza, y dinamitando la diplomacia con los líderes separatistas de Catalunya, lo que nos ha llevado a la peor crisis secesionista que al menos yo haya vivido, con episodios lamentables como el del 1 de Octubre de 2018 y que ha acabado incluso con políticos en la cárcel, cual república bananera.

El polvo se ha levantado de tal forma que la extrema derecha ha aprovechado para salir del agujero en el que estaba escondido, y formaciones como VOX han entrado en escena con programas políticos sin complejoscque evocan a aquellos lejanos años 30 en los que el Mein Kampf se consideraba una obra intelectual en lugar de los delirios de una mente enferma (o perversa).

Y yo, que estoy fuera, conviviendo con gente de otro país, pensando en lo similares que somos, pienso: ¿por qué no se dan cuenta los radicales, los separatistas catalanes que se sienten mejores que el resto de España, los ignorantes de VOX que quieren quitar la autonomía a Catalunya o cerrar mezquitas de algunas corrientes islámicas y hacer una clara caza de brujas a los inmigrantes en nuestro país, de que todos tenemos muchas más similitudes que diferencias? De que todos somos personas. De que todos queremos lo mismo: seguridad, prosperidad y libertad. De que el enemigo no es el vecino de al lado, sino el corrupto que te convence de que el enemigo es el vecino de al lado para que él pueda vivir mejor que tú y tu vecino. Pensamientos extraños que a uno le vienen cuando ve las cosas con un poco más de perspectiva. Sueño con un mundo en el cual la gente no sea tan corta de miras, pero creo que habré muerto antes de poder verlo.

También he pensado mucho en nuestra relación con la naturaleza. Nadar con tortugas en libertad, ver como un pueblo se vuelca con la conservación del ecosistema tanto como lo hace la gente de las Kerama... Te hace pensar. Te hace pensar qué coño estamos haciendo. Hay una idea errónea muy extendida, y es que el ser humano se está cargando el planeta. Craso error, la Tierra las ha pasado mucho peores. La Tierra no desaparecerá. El problema lo tiene el hombre, que esta destruyendo su propio hábitad, y eso lo llevará a su autodestrucción junto con a la mayor parte de los seres vivos que habitan en la Tierra. Hay que dejar atrás la idea de que estamos jodiendo a ese ente, ese tercero, llamado Tierra. Nada de eso: nos estamos jodiendo a nosotros mismos.

Compartí con mi pareja mi preocupación por todo este asunto, y cómo yo propondría una radical reestructuración de nuestro sistema económico y social, que sería la única alternativa viable para poder convivir en harmonía con la naturaleza, algo que nos interesa a todos. No me voy a extender sobre mis ideas acerca de esta cuestión, porque no son para escribir un artículo sino un libro, o varios, y quizás algún día lo haga. Yo soy un creyente de que la mejor forma de gestionar con eficiencia la productividad del ser humano y de mantener un orden social es el sistema de organización empresarial, en el cual una élite toma las decisiones estratégicas que llevan al mejor asignamiento de los roles, los mejores procesos y la gestión eficiente de los recursos. No creo en la competencia del libre mercado como el paradigma de una sociedad igualitaria y en armonía con el medioambiente. Solo una economía planificada nos podría llevar a eso.

La globalización no tiene ningún tipo de sentido desde una perspectiva medioambiental. Solo pensar en el coste del almacenaje y transporte es ridículo desde un punto de vista de la sostenibilidad. Solo una economía de subsistencia, de autoabastecimiento, con núcleos de producción descentralizados y autosuficientes en medida de lo posible, con trabajadores que residan cerca de su núcleo de producción y cerca del acceso a todos los servicios necesarios, nos ahorraría el caos que hoy en día vivimos en las metrópolis.

Prioricemos lo que hay que producir. Dejemos de producir lo que no se necesita producir. Si una zona no tiene recursos para ser autosuficiente, hay qur sacar a los humanos de ahí. Y para ello no pueden haber países. Solo una élite intelectual debe asignar los roles a cada miembro de la humanidad, porque la vida del somalí que no tiene agua, ni alimento, ni medicina, es igual de valiosa que la tuya y la mía. Esa persona merece una oportunidad. Hay trabajo que hacer. Mucho trabajo si queremos arreglar todo lo que hemos destruido. No puede haber ni un parado en el mundo. Todos deben aportar su grano de arena a un mundo mejor. TODOS.

¿Cómo llegamos ahí, si ahora estamos a años luz? ¿Cómo llegamos ahí si los lobbies empresariales, los gobiernos poderosos, el status quo, nunca lo permitiría? ¿Cómo creamos un mundo para las personas y el resto de seres vivos? ¿Cómo salimos del pozo en el que nos hemos metido?

No sé cómo llegar a él, pero sí sé cómo es ese mundo: igualdad de oportunidades, meritocracia y posibilidad de vivir mejor si aportas más  valor, no posibilidad de hacerse rico, no dinero, no armas, único país: la Tierra, acceso a vivienda para todo el mundo, acceso a comida, agua, medicamentos, formación... Para TODO el mundo. Redefinición territorial, redefinición de las actividades humanas en su conjunto. Creación de una élite sin fisuras morales. Sin corrupción. Una élite capaz de llevarnos a esa utopía a todos juntos. Una élite justa.

¿Serían máquinas creadas por el ser humano esa élite? ¿Máquinas miles de veces más inteligentes y sin las debilidades propias del ser humano?

Y hago la última reflexión a modo de corolario: ¿solo una sociedad comunista a nivel mundial liderada por máquinas, sin fronteras, sin dinero, sería la puerta al mundo utópico, igualitario, justo y sostenible, con el que he soñado?

Si tengo que mojarme, yo diría que nos habremos destruido antes de poder crear esas máquinas.

martes, 9 de abril de 2019

El sincericidio como recurso básico de toda oveja negra

¿Por qué la gente tiene tanto miedo a oír la verdad?

Y ya no digamos a decirla...

Vivimos en un mundo donde las apariencias cuentan tanto que cualquier oveja negra con la suficiente honestidad de decir la plana verdad sobre cualquier tema, por banal que éste sea, puede ver amenazada su supervivencia social y convertirse en un paria a evitar, alguien peligroso con la molesta capacidad de hacer sentir incómoda a la gente por el mero hecho de no ser políticamente correcto. Si bien el derecho de libertad de expresión nos ha dado la posibilidad de desahogarnos criticando a los políticos por la que está cayendo, o al entrenador de nuestro equipo de fútbol por haber perdido el último partido, considero que somos una sociedad cobarde y con un miedo extremo al qué dirán. La mayoría de personas alardean de sus opiniones muy fuertes sobre temas que no les afectan o solo les tocan por la tangente, critican a personas que están lejos o situaciones que no les incumben, pero no son capaces de decir ni media verdad cuando ésta podría ir en contra de los intereses o las opiniones del statu quo más inmediato de su grupo social. Huimos de la polémica, pero yo creo la polémica es buena cuando enriquece, cuando denuncia una injusticia o una situación que no es sostenible, cuando alguien ha herido nuestros sentimientos y hay que decirlo. O cuando nos sale de los huevos decir que no estamos de acuerdo, leñe.

Cuando toca decir la verdad sobre nuestras cosas cotidianas, ser honesto y decir lo que hay sin maquillaje, sin temor al qué pensaran, quien se ofenderá o  padecerá una indigestión por tu existencia, o quien no te entenderá porque no es capaz de entender, aquí es donde la mayoría de personas respetables y diplomáticas prefieren meter la cabeza dentro del culo antes de decir algo que tenga el más mínimo riesgo de ser malinterpretado o desaprobado por las otras personas. Un día alguien apreciado pero con un punto de vista diferente del mío acuñó un término para este acto de decir la verdad en contra del statu quo, el decoro o la creencia generalizada: sincericidio. Tengo que decir que, desde que la oí, adoro esta palabra y la he hecho mía. De hecho, creo que el sincericidio es básico para avanzar, es el motor del progreso. 

Mi último encuentro con el sinceridio ha sido hoy mismo. Resulta que en mi actual empresa estoy haciendo un nuevo rol que tiene una carga de trabajo muy alta, y entre esta situación y las propias ineficiencias del novato que está aprendiendo (o sea, yo), llevo un mes sin vivir o viviendo una muerte en vida a causa del estrés y el malrollismo, diversificado pero intenso. Yo, que soy dado a la conversación sin subterfugio con la buena gente de a pie, pues cada vez que me preguntan mis colegas del trabajo qué tal me va respondo pues muy a mi modo: "Pillando", "pues de puto culo", "¿no se me ve en la cara?", o alguna cosa así, medio en broma medio en serio, pero dando por hecho que mi capacidad laboral es de sobras bien reconocida tras mis años de buen desempeño en esta compañía, y que si digo esto por algo será y tampoco me lo tomo a la tremenda, puesto que confío en mi habilidad para darle la vuelta a la situación. Yo mismo soy el primero que dice que llevo poco en el nuevo puesto y que estoy en un periodo de adaptación, pero que a día de hoy mi vida es un infierno. Hasta aquí todo normal. O quizás no. Pues una persona más experimentada que yo y que me tiene mucha estima me ha comentado que mejor que no vaya aireando por ahí que no llevo el tema muy controlado. En ese momento yo le he quitado hierro, pero, joder, tiene toda la razón. Es un buen consejo. Pero solo es un buen consejo por el contexto en el que vivimos. Por la sociedad cobarde, por el entorno en el que ser espontáneo, auténtico, es penalizado. Quizás es que el mundo de las apariencias está todavía más presente en el mundo empresarial. No lo sé. Pero me jode. Y a ti debería joderte. Porque tú también tienes ganas de decir lo que hay. También tienes ganas de sincericidarte. Pero no tienes los cojones u ovarios que hacen falta, o ya te has resignado y piensas que no merece la pena y para qué llevarte un torta por querer ser el tonto que cambia el mundo.

La verdad es que soy una oveja negra. No me llevo bien ni con mi madre. Y a lo largo de mi vida, me han caído hostias como panes por decir la verdad. El sincericidio me ha puesto contra la espada y la pared en más de una ocasión, y ha desatado varias crisis. Pero siempre he salido de ellas viviendo en una realidad un poco mejor. Una realidad más a mi manera. Porque lo bueno del sincericidio es que, a pesar de las consecuencias, es el único modo de ser fiel a ti mismo. 

Lo reconozco, soy un sincericida. Y me encanta, no sé vivir de otra manera.

sábado, 23 de marzo de 2019

Tempus fugit, Canopy Growth Corporation y los Quants

Tengo la sensación de que el tiempo se me escapa. ¿No os ocurre lo mismo? El otro día pensaba que ya hace casi un año que empecé el proyecto de Yo Especulador, un canal de Youtube cuya misión es divulgar contenidos del ámbito financiero e inversionista. Desde septiembre que no publico un vídeo. De verdad. ¿Qué está pasando? Voy ya a medio camino de los 35 y cada vez trabajo más, tengo más obligaciones y menos margen para desarrollar mis proyectos personales. Confieso que mi aventura especulativa es una de las últimas cartas que me quedan por jugar para tratar de salir de la carrera de la rata que describe Robert Kiyosaki en sus libros. Esto tiene que salir bien sí o sí. Es la única posibilidad de encaminar mi tiempo hacia donde quiero en la juventud. Tengo que conseguir la libertad financiera a toda costa, es algo que me digo a mí mismo muy a menudo. Determinación. Me figuro que una de las claves de la vida que, si bien no asegura el éxito, maximiza nuestras posibilidades, es la determinación. Mis objetivos marcados son claros:

1. Desarrollar una actividad importante como pensador y divulgador. Los vectores para alcanzarlo son claros: la literatura y la divulgación de conocimiento bursátil;

2. La libertad financiera que me permita poner mi foco y toda mi energía en el punto 1. Para ello mi aventura especulativa debería haberme generado unos ingresos altos en un margen de unos 5 años.

Por supuesto tengo otros hobbies, como las pesas, las pachangas de basket con los amigotes, las series de Netflix, los vicios a la PS4, leer algún que otro libro de vez en cuando... Pero mis objetivos tienen que ser esos dos. Es donde tiene que estar mi mente en todo momento.

Actualmente mi jugada especulativa es esperar un repunte de hype en las empresas del sector de la marihuana. Mi movimiento es puramente especulativo pues creo que las acciones que poseo de Canopy Growth Corporation están sobrevaloradas desde cualquier métrica lógica o fundamental, pero ahí está la mente del especulador que ve las acciones como lo que realmente son, papel, y piensa que puede ganar un buen dinero siempre que él no haya sido el más tonto, es decir, quien compró las acciones a un precio más caro. Siempre que hay tontos más tontos que él, puede vender sus acciones a un precio mayor que el de compra, y aquí está la magia de este gran juego que es el casino de la bolsa.

La semana pasada me gasté unos 120€ en libros para el Kindle. Quiero aumentar mis conocimientos especulativos y me compré algo así como una quincena de libros. El que me estoy leyendo ahora es The Quants, de Scott Patterson, y habla básicamente de los matemáticos que inventaron el trading algorítmico que utlizan actualmente muchos hedge funds. También me compré varios de Jim Cramer e incluso creo que alguno de Nassim Talem, y entre todo esto, la biografía completa de Friedrich Nietzche, que la filosofía siempre ayuda a casi todo en la vida.

Si algo he ganado con los años es seguridad. Antes releía lo que escribía. Ahora en cambio, me da igual. Creo que eso es algo bueno cuando van pasando los años, y te salen unas cuantas canas en la barba. Te la suda. Te la suda la gente y lo que piense mientras tu tengas tu plan.

Yo tengo un plan. ¿Tienes tu un plan?